El sueño de los humanos y roedores pasa cada 25 segundos entre un estado de alerta y un descanso reparador, según un estudio de la Universidad de Lausana.
Se reveló que cada que pasa ese lapso el cerebro y el corazón se preparan para un posible despertar y los 25 segundos siguientes, el cuerpo entra en un sueño profundo.
Para que el sueño te beneficie realmente, debe ser lo suficientemente largo y tener continuidad fisiológica, pero también debe poseer un grado de fragilidad para que la persona dormida pueda reaccionar ante impulsos externos y amenazas potenciales.