Dr. Guillermo Meléndez. Coordinador Científico. Fondo Nestlé para la Nutrición de la Fundación Mexicana para la Salud.
La obesidad infantil es el exceso de grasa en el cuerpo del niño. Puede originarse por factores genéticos, conductuales, biológicos o ambientales. Según la Secretaría de Salud, México es el país que ocupa el primer lugar en obesidad infantil en el mundo.
Con respecto a los factores genéticos que propician la obesidad, la mejor evidencia se encuentra en la historia natural de enfermedades raras que se caracterizan por una alteración cromosómica, que se manifiestan con obesidad en la infancia y que han dado luz sobre los mecanismos de regulación cerebral del apetito.
Estas patologías se distinguen por una ganancia de peso excesiva en el niño entre los dos y los seis años de edad, además, en algunos casos hay malformaciones congénitas en manos o pies y degeneración macular en ojos. Estas enfermedades de origen genético se asocian con una falta de regulación del apetito a nivel del hipotálamo. Los niños que presentan estas alteraciones comen de una manera compulsiva desde pequeños y son muy irritables.
Cuando nos referimos al factor conductual estamos hablando de los modelos de los que los niños adquieren ciertas conductas, por ejemplo, los hábitos alimentarios en el hogar. Para combatir la obesidad infantil se debe educar a los padres sobre la alimentación del niño, para que ésta sea balanceada y variada. También es importante que el menor practique 60 minutos de actividad física diariamente, cifra recomendada por la Organización Mundial de la Salud.
La Fundación Mexicana para la Salud (Funsalud) realizó un estudio comparativo sobre la cantidad de veces que ingerían alimento los niños con un peso normal y los niños con obesidad; se encontró que aquellos con obesidad comen dos veces más que el niño que tiene peso normal.
A partir de la década de los ochenta se empezó a hablar del ambiente obesogénico, caracterizado por propiciar el sedentarismo en la sociedad. Hoy día, es común que las madres de familia salgan a trabajar y dejen al menor bajo el cuidado de algún pariente, que generalmente no vigila su actividad y, por lo tanto, el infante pasa demasiado tiempo viendo televisión o jugando videojuegos.
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