Dr. Enrique López Mora: Médico internista, Cardiólogo y especialista en Terapia Intensiva. Adscrito a la Terapia Intermedia III Piso Cardiología Adultos del “Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez”. Profesor de Fisiología cardiovascular Renal y Respiratoria, Facultad de Medicina U.N.A.M. Vicepresidente de la Fundación Mexicana del Corazón.

Las ciencias médicas y la cardiología en particular, han registrado importantes avances en relación a la comprensión, incluso a nivel molecular, de los mecanismos responsables de producir las enfermedades del corazón.

Asimismo, se han diseñado tratamientos cada vez mas eficaces, los cuales, cuando se aplican oportunamente y de manera precisa, han logrado disminuir la mortalidad por diversas cardiopatías. Sin embargo, este éxito en el tratamiento de situaciones agudas ha llevado consigo que muchos enfermos evolucionen a etapas crónicas de su enfermedad.

En cierto sentido, es otro rostro del mismo enemigo que se niega a ser vencido definitivamente.

Desde finales del siglo pasado y hasta la actualidad, en todo el mundo se ha reportado un número creciente de casos de lo que se denomina INSUFICIENCIA CARDIACA.

Las consecuencias personales familiares y sociales de esta entidad patológica son devastadoras. Tan solo en los Estados Unidos se considera que existen no menos de 6 millones de pacientes y que el costo de la atención global de esta condición, en dicho país asciende a por lo menos 40 mil millones de dólares. La mortalidad continúa siendo elevada ya que aproximadamente un 50% de pacientes fallecen dentro de los primeros 5 años después del diagnóstico.

Esta enfermedad se define como la imposibilidad del corazón de bombear suficiente sangre para satisfacer adecuadamente las necesidades de oxigeno y nutrientes de todas las células del organismo.

Habitualmente, esta situación se debe a la disminución de la capacidad de bombeo del corazón y puede derivarse de muchas enfermedades cardiacas, dentro de las cuales destacan: cardiopatía Isquémica (casi siempre debida a la obstrucción por placas de grasa de las arterias coronarias que son las que llevan sangre al propio corazón), las miocardiopatías (enfermedades propias del corazón como músculo que debilitan su fuerza de contracción y lo hacen aumentar de tamaño por dilatación) y las enfermedades de las válvulas cardiacas que causan daños en las fibras musculares del corazón.

Cabe hacer mención también entre las causas más frecuentes a la enfermedad de Chagas que es debida a un parásito y que se presenta en muchas zonas de nuestro país y a los efectos colaterales de la quimioterapia utilizada para el tratamiento de distintas variedades de cáncer.

Otras enfermedades que se consideran como factor de riesgo para padecer insuficiencia cardiaca son la Hipertensión arterial, el sobrepeso y la obesidad, las enfermedades de la tiroides, la Diabetes Mellitus y la hipercolesterolemia (aumento de las cifras de colesterol en sangre).

Una de las manifestaciones principales de Insuficiencia Cardiaca es la falta de aire ante los esfuerzos y en fases más avanzadas incluso en reposo o al acostarse. Muchos enfermos intentan compensar esta situación disminuyendo su nivel de actividad o agregando más almohadas para poder dormir sin que su sueño sea interrumpido por esta desagradable sensación.

Otros síntomas son las palpitaciones y es común observar hinchazón o aumento de volumen de extremidades inferiores y también del perímetro abdominal. Desde luego lo más inquietante es que la primera manifestación de la enfermedad puede ser la muerte súbita, habitualmente debida a trastornos del ritmo cardiaco.

Ante la presencia de cualquiera de estos signos o síntomas se debe acudir de inmediato con su médico y en algunas ocasiones (como por ejemplo ante pérdidas de la conciencia) al servicio de urgencia más cercano.

Lo más adecuado, como en muchas otras enfermedades, es que la estrategia integral de manejo de la insuficiencia cardiaca se inicie con la prevención. Es importante desarrollar y mantener hábitos cardiosaludables como las dietas bajas en grasas de origen animal, carbohidratos refinados y sal, evitar el sobrepeso, implantar un régimen de ejercicio sistemático preferentemente prescrito por un médico, evitar el tabaquismo y controlar las enfermedades que pueden predisponer a padecer insuficiencia cardiaca.

En la actualidad se dispone de medicamentos que son capaces de controlar las manifestaciones clínicas de la insuficiencia cardiaca, los cuales han sido diseñados con base en la investigación científica sistemática.

Estos fármacos han logrado no solo controlar los síntomas sino disminuir la mortalidad relacionada a la falla cardiaca. Aunque su prescripción puede ser indicada por cualquier médico, es conveniente que el paciente sea valorado por un especialista en cardiología.

Algunos casos deben ser enviados, en razón de su complejidad o de las posibilidades de tratamiento avanzado a una clínica especializada en el tratamiento de dicha enfermedad conocidas como clínicas de Insuficiencia Cardiaca. En ellas suele contarse con especialistas en electrocardiología quienes deberán evaluar la necesidad de instalar dispositivos que son capaces de tratar las arritmias que ponen en peligro la vida por medio de descargas eléctricas aplicadas directamente al corazón.

Estos aparatos se conocen como desfibriladores automáticos implantables. Otra variedad de aparatos son los resincronizadores, los cuales restauran la simultaneidad y coordinación de la contracción miocárdica entre los distintos segmentos del corazón.

No menos importante es que el paciente con insuficiencia cardiaca se incorpore a un programa de rehabilitación cardiaca, dietología, educación para la salud, prevención y asesoría psicológica que incluye no solo al paciente sino a su familia.

El tratamiento exitoso de esta grave enfermedad depende de la conjunción de esfuerzos entre el paciente, la familia y el equipo de salud. Urge que en méxico se desarrollen cada vez más equipos multidisciplinarios que se dediquen a la atención integral de estos pacientes.