La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en 2010 cerca de 42 millones de niños alrededor del mundo padecían obesidad. La mayoría de ellos pasará a la edad adulta bajo esta condición médica, misma que compromete seriamente la salud y el bienestar del individuo.

Este padecimiento, que de acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública es una enfermedad crónica, compleja y multifactorial, se puede prevenir. Como sabemos, una de las principales causas de la obesidad en los niños mexicanos es la disminución del tiempo que dedican a realizar alguna actividad física, pues en lugar de esto pasan gran parte del día frente a una computadora, viendo televisión o jugando videojuegos.

La falta de actividad física provoca un desequilibrio entre la ingesta y el gasto energético, es decir, las calorías que contienen los alimentos que consumimos es superior a aquellas calorías que se “queman” al realizar alguna actividad física.

El sedentarismo entre los niños mexicanos favorece el curso de la enfermedad; hoy día, como hemos visto, la cultura de la actividad física se ha visto reemplazada por acciones que no implican la activación del organismo.

Entre niños en los que la obesidad es producida por un desequilibrio entre la ingesta y el gasto energético, el tratamiento para abordar esta enfermedad está dirigido hacia la modificación del estilo de vida y  la mejora de la alimentación con base en el denominado “Plato del bien comer”.

El papel que juega la actividad física en la prevención y erradicación de la obesidad es primordial; la OMS sugiere que “se debe practicar actividad física de intensidad moderada o vigorosa que sea adecuada para la fase de desarrollo y que conste de actividades diversas durante 60 minutos diarios”. También advierte que para controlar el peso puede ser necesario un mayor grado de actividad.

Entre los jóvenes de 5 a 17 años, la Organización recomienda practicar deportes, juegos, desplazamientos, actividades recreativas, educación física o ejercicios programados, en el hogar, escuela o en la comunidad. Cuando se trata de movilizar a niños que no han practicado actividad física regular con anterioridad se recomienda aumentar paulatinamente el grado de ejercicio.

Efectos beneficiosos de la actividad física en los jóvenes 1

La realización de una actividad física adecuada ayuda a los jóvenes a:

  • desarrollar un aparato locomotor (huesos, músculos y articulaciones) sano;
  • desarrollar un sistema cardiovascular (corazón y pulmones) sano;
  • aprender a controlar el sistema neuromuscular (coordinación y control de los movimientos);
  • mantener un peso corporal saludable.

La actividad física se ha asociado también a efectos psicológicos beneficiosos en los jóvenes, gracias a un mejor control de la ansiedad y la depresión.

Asimismo, la actividad física puede contribuir al desarrollo social de los jóvenes, dándoles la oportunidad de expresarse y fomentando la autoconfianza, la interacción social y la integración. También se ha sugerido que los jóvenes activos pueden adoptar con más facilidad otros comportamientos saludables, como evitar el consumo de tabaco, alcohol y drogas, y tienen mejor rendimiento escolar.

Referencia

  1. Organización Mundial de la Salud. Consultado el 19 de abril desde http://www.who.int/dietphysicalactivity/factsheet_young_people/es/index.html

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