¿Recuerdas al niño que pensaba que la luna era de queso? ¿Alguna vez te pusiste aquel antifaz de superhéroe y pensaste que podías volar, cambiar la realidad, convertir el mundo en algo mejor? Cuando éramos pequeños, teníamos el poder de ver la realidad desde otra perspectiva, teníamos curiosidad por el entorno que nos rodeaba, nos preguntábamos la razón de las cosas y teníamos nuestra creatividad al máximo potencial. Diversos expertos concuerdan que los niños son creativos por naturaleza, pero esta capacidad va siendo poco a poco reemplazada por el pensamiento lógico y formal conforme crecemos.

Ese poder fue desapareciendo con el paso de los años, ya que, conforme íbamos creciendo comprendimos la realidad y olvidamos a aquel niño que se cuestionaba con el único motivo de saber el porqué de todo y en ocasiones el porqué de nada. Como dice Antoine de Saint-Exupéry en El principito: Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocas lo recuerdan.

En cuanto nos convertimos en adultos perdemos la sensibilidad de nuestro alrededor, nos enfocamos en nuestra rutina de todos los días y olvidamos un poco lo que sucede frente a nosotros.

Olvidamos que cada día los recursos con los que cuenta nuestro planeta se están agotando, que cada vez se va extinguiendo más fauna, que las condiciones de la tierra ya no son las de antes, los cambios climáticos cada vez dañan más los cultivos, la contaminación aumenta, se multiplican los abusos laborales para la producción de las cosas que consumimos y todas esas situaciones continúan sin que nosotros seamos conscientes de ellas.

Lo cierto es que, aunque queramos cambiar al mundo, no tenemos superpoderes ni millones de dólares, ni robots increíbles para cambiar la realidad en la que vivimos todos los días. Pero también es cierto que sí es posible cambiar las cosas con nuestras decisiones cotidianas.

La manera en la que actualmente se producen las cosas que consumimos todos los días viene en gran medida de la revolución industrial y fue evolucionando poco a poco a medida que se organizaron corporaciones y se expandieron para cubrir mercados cada vez más amplios. Para lograr esa expansión, las corporaciones se enfocaron en maximizar ganancias, un enfoque bastante práctico y exitoso, pero que, a la larga, ha generado prácticas de producción en las que no se toma en cuenta a la gente que produce los bienes, al medio ambiente que proporciona la materia prima, ni a la salud de quienes los consumen.

ConSuma Conciencia nace como un emprendimiento social, como una alternativa real a estas prácticas de producción. Al reunir a productores que hagan su trabajo, sin dañar al medio ambiente y sin sacrificar la salud de sus consumidores, podemos devolver al consumidor el poder de cambiar el mundo para bien, a través de uno de los actos más cotidianos: la compra. El acto de comprar puede convertirse en ese superpoder que transforme el mundo.

ConSuma Conciencia es una comunidad que brinda alternativas para que el consumidor encuentre todos los artículos que necesita en su vida cotidiana, a la vez que impulsa la sostenibilidad, reduce su huella ecológica y ejerce la responsabilidad social. Así, el consumidor satisface sus necesidades y al mismo tiempo ayuda a mejorar las condiciones de vida de la sociedad y el planeta.

ConSuma Conciencia es un marketplace online. Un mercado virtual que concentra la mayor variedad de productos saludables, ecológicos y de comercio justo, así como, información sobre sus procesos de producción y alternativas para un consumo responsable para conocer y apoyar las buenas prácticas que ya están aplicando muchos productores.

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