Las personas mayores que están socialmente aisladas y solas podrían estar en un mayor riesgo de muerte precoz, informan investigadores británicos.
La falta de contacto social podría ser un factor de riesgo incluso mayor que la soledad, añadieron. Sin embargo, no está claro por qué el aislamiento es un predictor tan potente de la muerte.
“El contacto social es un aspecto fundamental de la existencia humana. La evidencia científica es que estar socialmente aislado probablemente sea malo para la salud, y podría conducir al desarrollo de enfermedades graves y una menor esperanza de vida”, apuntó el investigador líder, Andrew Steptoe, director del Instituto de Epidemiología y Atención de la Salud del Colegio Universitario de Londres.
También se ha realizado alguna investigación que sugiere que la soledad tiene asociaciones similares con una mala salud, comentó.
“De varias maneras, el aislamiento social y la soledad son dos caras de la misma moneda. El aislamiento social indica una falta de contacto con amigos, parientes y organizaciones, mientras que la soledad es una experiencia subjetiva de la falta de compañía y contacto social”, explicó Steptoe.
Los investigadores hallaron que el aislamiento social era un predictor más constante de no supervivencia que la soledad, y se relacionaba con un mayor riesgo de morir incluso tras tomar en cuenta la edad y los antecedentes de salud, dijo.
Explicó Steptoe, “saber qué tan solitarios se sentían los participantes no amplió nuestra capacidad de predecir la mortalidad futura. Esto no quiere decir que la soledad no sea importante, o que no debamos luchar por reducir la soledad en los hombres y las mujeres mayores”, enfatizó.
“Pero debemos estar atentos a las interacciones sociales de las personas mayores, dado que mantener los contactos sociales en las personas mayores y reducir el aislamiento podría ser particularmente importante para su supervivencia futura”, añadió Steptoe.
Bruno concurrió en que el aislamiento es un factor significativo tanto en una calidad de vida reducida como en la mortalidad. “Es un problema difícil y desafiante”, comentó.
“Con frecuencia educo a mis pacientes mayores sobre el riesgo asociado con el aislamiento, y les exhorto a pasar tanto tiempo como puedan con otras personas, ya sean familiares o amigos, o a unirse a grupos, organizaciones comunitarias o a voluntariados”, anotó Bruno.
El informe aparece en la edición en línea del 25 de marzo de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Para observar los riesgos de la soledad y el aislamiento social sobre la muerte, el equipo de Steptoe recolectó datos sobre 6,500 hombres y mujeres a partir de los 52 años de edad que participaron en el Estudio longitudinal inglés sobre el envejecimiento en 2004.
Las personas que tenían un contacto limitado con los familiares, los amigos o la comunidad fueron calificadas como socialmente aisladas. Los investigadores usaron un cuestionario para evaluar la soledad, que se describió en la información de respaldo del estudio como una “insatisfacción con la frecuencia y la intimidad de los contactos sociales, o la discrepancia entre las relaciones que tienen y las que les gustaría tener” de las personas.
Durante casi ocho años de seguimiento, 918 personas murieron, y tanto el aislamiento social como la soledad predijeron una muerte temprana.
Sin embargo, el aislamiento social aumentó el riesgo de morir independientemente de la salud y otros factores, mientras que la soledad aumentó el riesgo de morir solo entre los que tenían problemas mentales o físicos subyacentes, hallaron los investigadores.