La contractura, como lo dice su nombre, es una contracción continuada e involuntaria del músculo o algunas de sus fibras. Se presenta con un bulto en la zona, con dolor y una alteración del funcionamiento normal del músculo.
Ésta sucede cuando se realiza una actividad para la que el músculo no está listo, normalmente porque es inapropiada en intensidad, pero también puede ser por la función.
Comúnmente se ve este tipo de heridas en las personas que realizan ejercicio, ya que al realizar mal una de sus actividades quedan lastimadas. De hecho, se puede presentar en el momento en el que se está realizando, ya que hay una acumulación de los metabolitos, lo que provoca dolor e inflamación porque no hay suficiente irrigación sanguínea para depurar la zona; también se puede formar después del ejercicio por la fatiga excesiva de las fibras.
La mejor forma de tratar una contracción es evitarla, por eso, cada vez que se vaya a realizar una actividad que requiera esfuerzo, se debe de calentar el músculo un poco antes. También se debe de hacer trabajo de flexibilidad para evitar de mejor manera lastimar al músculo y facilitar la recuperación de éste tras el tratamiento.
Una vez que ya se tiene la contractura, hay varias formas de tratarlas:
- Con antiinflamatorios para relajar la musculatura y reducir la contracción.
- Calor local, que suele tener doble efecto: relajante y analgésico.
- Masajes, por personal calificado que sepa cómo curar una contractura.
- Estiramientos y actividad ligera en el agua para ir curando al músculo.
Lo más importante es acudir con un médico que te de el tratamiento perfecto para tu contractura, recuerda no auto medicarte.
Fuente: Vitónica